Bella Gómez, autora de El ambiguo perfil de la luna (Pábilo Editorial). Tras una amplia trayectoria como autora de textos teatrales, la escritora lepera ha dado el salto al género de la novela con una historia cargada de intriga y profundidad psicológica, y que ha sido definida como “el primer thriller de autoconocimiento”. En esta entrevista, Bella Gómez analiza el proceso de composición de la obra y desgrana las claves de una trama redonda que será presentada el próximo viernes 28 de abril en la Feria del Libro de Huelva.
Acostumbrada a la escritura de textos teatrales, ¿cómo ha sido el salto al género de la novela?
Ha sido, sobretodo, un aprendizaje de constancia. El teatro se lee a través de la interpretación y la novela se interpreta leyéndola, por tanto son dos géneros maravillosos que se disfrutan de formas distintas, el teatro en compañía, porque una obra no está acabada hasta que se representa, y la novela en soledad, no menos agradable por cierto; tanto el ser social como el ser individual, una a solas consigo misma, son necesarios para el desarrollo personal. El trabajo de la escritura en teatro me lleva poco tiempo, la novela requiere de esa paciencia y constancia que a mí me faltaban. Fue Aurelio Madrigal, quien al darme a leer su primera novela, me hizo plantearme intentarlo yo también. Soy lectora desde que aprendí a leer, me apasionan las novelas, llegar a escribir una de las que a mí me gustan había sido mi reto, ha llegado en mi madurez, bienvenida sea, éste era el momento.
¿Cómo está viviendo la experiencia de tener su primera novela en el mercado?
Me emocionó saber que la Pábilo la iba a publicar, casi lloro cuando mi antiguo profesor de lengua y literatura del instituto de Cartaya, Don Emilio Escobar, la leyó y me dijo que era magnífica, y me lo pasé genial en la presentación en el Santiamén, con las amistades, la música, la familia… Sin embargo, tenerla en el mercado en principio me produjo agobio, por lo de promocionarla; aunque, tras uno de mis ejercicios de meditación, mi mente me recondujo a quien soy, la misma antes y después de la novela, la que escribió El ambiguo perfil de la luna con la idea de poder ayudar a otras personas que, como yo, conviven con la depresión, a pregonar que hay más alternativas que la psiquiátrica para enfrentarla, que debajo de todo subyace una escasa autoestima y unos traumas o complejos que se pueden sanar. El antiguo lema de la educación de personas adultas “aprender a aprender” es lo que me motiva. La única vez que me he sentido escritora, y me subió el ego, fue cuando escribí mi primera obra de teatro “Colisión”, después he aprendido que lo realmente importante es permitir que aflore el potencial que todas las personas llevamos dentro, las mismas causas, baja autoestima, complejos…, que nos conducen a la depresión también nos anulan esas facultades. El libro ya tiene entidad propia y vuela solo, no me siento madre ni protectora de él, simplemente sigo en el oficio tratando de crear otros.
¿Por qué el título de El ambiguo perfil de la luna?
La luna, como todas las personas tenemos distintos perfiles, nuestras luces y nuestras sombras, a veces resultan confusos, de ahí lo de ambiguo, no queremos aceptar nuestra parte oscura y esto nos influye como la luna a las mareas, nos convulsiona emocionalmente. Yo entiendo que la luna nos refleja, tiene el poder de afectar a todos los organismos vivos, al igual que todas las personas tenemos ese mismo poder sobre nosotras mismas, para bien y para mal, sólo hay que aprender a que la balanza recaiga sobre el bien y querernos también en el mal.
Alejandro Pareja, el correcto inicial de El ambiguo perfil de la luna, define la obra como “el primer thriller de autoconocimiento”. ¿Qué convierte su novela en esa especie de nuevo género?
El thriller conlleva un trabajo de indagación sobre unos crímenes hasta llegar a descubrir quién ha sido el asesino o la asesina; el trabajo de autoconocimiento o desarrollo personal es semejante, por eso este género me resultaba el vehículo ideal para transmitir una terapia que para mí ha sido muy efectiva y que, tal vez, ayude a aclararse a otras personas. La primera que acuñó esa terminología fue Lola Rodríguez Álvarez, una magnífica terapeuta que me enseñó a vivir, lo llamó Thriller de crecimiento personal, con la que he estado en contacto durante todo el proceso de creación de El ambiguo perfil de la luna, me ha aconsejado y también he echado mano de nuestras conversaciones vía email. Alejandro Pareja Rodríguez es traductor profesional desde el año ochenta y nueve, entre los más de trescientos libros que ha traducido se encuentran muchos de Deepack Chopra, Alejandro Castaneda y otros libros de autoayuda, por lo que sabe bien de lo que habla. Para mí ha sido un corrector excelente, un gran profesional minucioso, objetivo, irónico, que me ha hecho reír a menudo, y especialmente me ha enseñado bastante de escritura y del castellano. Lógicamente no es ningún nuevo subgénero de novela, se podría enclavar dentro del thriller psicológico que ya existe, sólo que va más allá en la intención de dar a conocer técnicas de desarrollo personal ya experimentadas por mí misma, por tanto con la garantía de saber que funcionan.
Intriga, profundidad en los diálogos, giros en la trama, cambios de estilo de narración, sorprendente desenlace… Muchas son las virtudes de El ambiguo perfil de la luna: ¿cómo ha conseguido conjugarlas todas para ofrecer al lector una historia tan redonda?
Gracias por considerarla así. Pues me repito, constancia y trabajo diario fundamentalmente. Cuando alguna vez escuchaba decir que la escritura es un trabajo con un horario definido no me lo creía, entonces las musas para mí eran imprescindibles, sin embargo he aprendido que las musas llegan trabajando. Al principio me creaba ansiedad pasarme casi todo el día pensando en la trama, las expresiones, los personajes, en fin, todo lo que supone una novela, hasta que me paré a meditar, entonces comprendí que sólo era una parte de mi vida y las otras reclamaban la misma atención, había que darle su sitio y su horario o ninguna sería viable. Recordé lo que también expresa Manuela en la obra: “mi terapeuta, Macarena, me dijo que esto no era una carrera sino un recorrido, que en mi caso se trataba de ser paciente conmigo misma y con la vida, y me puso un ejemplo muy significativo: si tienes una planta y quieres que crezca y dé flores, tienes que regarla y esperar que en su momento justo florezca”. Y así me implanté una rutina, escribo diariamente una hora, excepto los viernes, cuando me levanto, me tomo un café, vuelvo a la cama y me engancho al portátil, el resto del día me olvido. Todo va surgiendo sin prisas y sin pausa, unas veces es trabajo de redacción y en otras emanan las ideas inspiradoras, que me producen el mismo disfrute que cuando cojo un libro que soy incapaz de soltar. Poco a poco todo va alcanzando su forma y su contenido, la historia está en marcha, los personajes adquieren vida propia, y entonces ellos y yo formamos un equipo, surge la magia y se crea la obra.
Manuela y Sabina son las dos principales protagonistas de una historia cargada de fuerza femenina: ¿es El ambiguo perfil de la luna una reivindicación del poder de la mujer?
Exactamente reivindico el poder femenino y masculino, a través de dos personajes, en este caso mujeres, que inician un camino en el que aprenden una de otra, se ejercitan y se desarrollan en ese poder personal, del que ya he hablado antes, al mismo tiempo que lo hacen como detectives aficionadas. Es un mundo de mujeres porque es lo que mejor conozco, soy feminista, que no es lo contrario de machista como se entiende generalmente, creo en la igualdad de género y de oportunidades, vuelvo a repetir: no hablo de hombres ni de mujeres, sólo de personas que, tanto unos como otras, nos perdemos mucho con la educación sexista. Abogo también por sacar a la mujer de la invisibilidad en el lenguaje, aunque escribiendo la novela he sido más consciente de las dificultades que conlleva querer expresarse en un lenguaje no sexista con un vocabulario y una gramática de masculino genérico que necesitarían renovarse, y lo harán, puede que yo no lo vea, pero estoy segura de que con el tiempo se logrará. La lengua es un ente vivo y por tanto evolucionará en esa trayectoria.
Explique el componente real y simbólico que tiene la playa de La Antilla en el origen y desarrollo de la trama
Todo. La playa de la Antilla es la mar que he mamado desde que mi madre me parió, he crecido escuchando hablar de la mar, la de los marineros, la de mi padre; me he puesto “renegría” al sol de La Antilla en mi juventud, he disfrutado de noches de candelas y de guitarras, hasta viví a los “Maharichis” cuando se aposentaron en ella en los años setenta. Toda una vida al lado de la mar de La Antilla, contemplándola en noches y madrugadas, llevándole mis penas y mis requiebros, buscándola para divertirme, bailar, cantar, besar, abrazar, reír, llorar…, todo lo he compartido con esa mar. A veces pienso que no podría vivir mucho tiempo en algún lugar donde no supiera que la tengo cerca para ir en cualquier momento, y el colmo es que no sé nadar y nunca he querido aprender, una de tantas paradojas con las que convivimos. No podía menos que centrar toda la trama en la playa de La Antilla, más exactamente cerca de Santa Pura, en Lepe, al que sólo me ha faltado ponerle el nombre, aderezado con un hospital que pronto tendremos, creo, y por supuesto en Huelva, donde viví durante mi etapa de magisterio.
El ambiguo perfil de la luna es la primera novela de una trilogía. La segunda parte, Calima en la madrugada, ya está en marcha. ¿Qué nos puede adelantar de ella y para cuándo podrán disfrutarla sus lectores?
El ambiguo perfil de la luna finaliza con Manuela en San Cristóbal de la Laguna. Allí la terminé el seis de enero de dos mil dieciséis, el siete ya estaba escribiendo el prólogo de Calima en la madrugada, a la que estoy pensando llamar finalmente Calima en La Laguna, y es en ella donde se desarrolla íntegramente la segunda novela de la trilogía. Mi homenaje a una ciudad que me fascina, que me envuelve en el embrujo de una mezcolanza entre mi visión de La Habana y mi vida en Portugal, y que mi padre la vivió durante los años de mili; allá por el año cincuenta y tres lo destinaron al Puerto de la Cruz y volvió dos años después con la ilusión de hacernos partícipe a toda la familia de sus vivencias, mi madre nunca fue por miedo al avión y por marearse en el barco, pero yo desde que la vi me enamoré. Además mi hijo Francisco vive al sur de Tenerife, en Arona, y mi deseo, de momento, es irme a vivir a La Laguna cuando me jubile. Ya se verá. Adelanto que Calima, en la madrugada o en La Laguna, es una novela con más intriga, con una Manuela más agitada emocionalmente y también más apasionada, que ya está en su recta final, que pasará por la corrección de Alejandro, lo que supone unos meses, y que cuando Pábilo Editorial lo crea oportuno verá la luz.
El próximo 28 de abril a las 20.30 horas, El ambiguo perfil de la luna se presenta en la Feria del Libro de Huelva. ¿Cómo afronta esa cita tan especial para una escritora y qué diría a los lectores que no conocen ni a usted ni a su obra para que se animen a acudir a descubrirlas a ambas?
Llevo treinta y tres años trabajando en Educación Permanente, más conocida como Educación de Personas Adultas, que va desde los dieciocho años a los cien, más bien porque casi nadie vive tanto, lo que me ha formado como persona más sociable, comunicativa y especialmente tolerante de lo que era. En los últimos doce años trabajo sobre todo en interculturalidad, español para inmigrantes, como sólo hablo andaluz he ejercitado la capacidad de comunicarme casi de cualquier manera, me gusta mi alumnado de países y razas diversas, me encanta celebrar mi cumpleaños en clase y que me canten el feliz cumpleaños en todos los idiomas, y que me enseñen a trascender fronteras, me siento ciudadana del mundo y no me gustan las etiquetas. Sé cuáles son mis raíces y cómo me gusta vivir, con mis gentes que andan por todo el mundo, las de Lepe, las de Huelva, las de Andalucía, las de España, o las de cualquier lugar conocido o por conocer, las que me han ayudado a mejorar como persona. Obviamente mi obra va acorde a mis ideas, y es, como cualquier persona, sencilla y complicada al mismo tiempo, como Andalucía, blanca y verde, pacifista, esperanzada, unas veces dramática y otras burlona, y creo que un canto de optimismo también. Según comentan quienes la han leído engancha y se aprende, ésa era mi intención, por tanto me doy por satisfecha, aunque sigo en este aprendizaje de la escritura que, como en la vida, no se acaba hasta el último suspiro. Gracias a todas las personas que la han hecho posible, desde Aurelio que me incitó a escribirla hasta Pábilo Editorial que la ha publicado. Y por supuesto gracias de antemano a todo el público de Huelva que se acerque a la Feria del Libro, será recibido con aprecio y buen humor.